Son los llamados productores primarios en la pirámide ecológica porque, a partir de los compuetos químicos inorgánicos (minerales) que hay en la superfície de la tierra, del agua y del CO2 del aire, son capaces de producir moléculas orgánicas, con las que construyen su propia estructura y todos los compuestos que necesitan para vivir. Y esto gracias a un aporte de energía fundamental, la de la luz del Sol. Todo este proceso se llama fotosíntesis y es característico de las plantas, aunque también se da en algunos otros organismos. La molécula capaz de captar la energía luminosa necesaria en este proceso imprime el color verde característico a las plantas; es la llamada clorofila. Por eso la fotosíntesis también se denomina función clorofílica. Este laboratorio vegetal de producción de material orgánico es la base de la vida.
Si se hace una estimación de la biomasa total o conjunto de masa de seres vivos que habitan la biosfera (esa pequeña capa o estrato del planeta Tierra repleta de plantas, hongos, animales y microbios), resulta que más del 95% de dicha biomasa es debida a las plantas. Este manto vegetal ha sido aprovechado por las sociedades humanas en todos los lugares y tiempos, también para curarse de las enfermedades.
¿Cómo se llegó a tener conocimiento de que las plantas tenían propiedades curativas?
En el largo proceso de humanización, los grupos humanos conocieron la enfermedad y sufrieron accidentes. Lo mismo que se experimentó con los diferentes alimentos y se configuró una cultura culinaria, se probó aplicando o tomando plantas para curar heridas y enfermedades, como también hacen muchos animales. Así, por prueba y error, se fueron adquiriendo conocimientos. Había plantas que ayudaban a la curación de heridas o inflamaciones, y que aliviaban el dolor. Ciertas personas destacaban por sus saberes y tenían una consideración especial (hechiceros, magos, brujos, curanderos), y sus conocimientos se transmitían de generación en generación. Se conocen restos de plantas que con probabilidad se utilizaron como medicinales en yacimientos arqueológicos de hace más de 60000 años.
Hay testimonios históricos de hace varios miles de años del uso medicinal de las plantas en las grandes civilizaciones, como la china, la india, mesopotámica o la egipcia.
En la actualidad, la potente industria química y farmacéutica toma como modelos para fabricar nuevos fármacos las estructuras químicas de los compuestos naturales que producen los vegetales en sus organismos desde hace millones de años.
Cuando se dice que las plantas son auténticos laboratorios vivientes es porque en su metabolismo se producen una serie de sustancias químicas que sirven a la planta para defenderse o sobrevivir en situaciones adversas, pero a su vez tienen propiedades medicinales para el ser humano y otros animales.
Los conocimientos populares sobre plantas curativas en España se han conservado vivos hasta el siglo pasado en muchas regiones. De las 6120 especies silvestres presentes en España, se ha estimado que 2100 son plantas útiles, de las que en torno a 1700 han sido empleadas por sus propiedades curativas como medicinales, lo que indica que este uso es preponderante. Además, muchos de estos remedios y otros se emplean también en veterinaria. Todos estos conocimientos se han recogido y documentado en diversos estudios realizados durante la segunda mitad del siglo XX. En la actualidad se encuentran recopilados en el Inventario español de los conocimientos tradicionales relativos a la biodiversidad.
Texto extraído del libro La botica vegetal. Guía práctica de plantas medicinales.
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