Paco Álvarez es historiador, geógrafo y licenciado en marketing, aunque se denomina a sí mismo "romanólogo". Los documentos escritos que conocemos de la antigua Roma contienen, más que realidades verídicas, rumores o cotilleos que llegaban a oídos del escritor. A partir de esta base y de forma amena, en Crónica rosa rosae el autor relata los más sonados cotilleos con los que los romanos se entretenían en los fórums o en las termas de las ciudades, desde Lisboa hasta Palmira.
¿Qué significa ser romanólogo?
Jajaja, lo de romanólogo se le ocurrió a mi amigo Javier Santamarta para definir lo que hago: estudiar la Roma que sigue viva entre nosotros, que no hay que desenterrar porque está viva en nuestras costumbres, Derecho, vida cotidiana... La verdad es que es un término que resulta muy apropiado y por eso mismo, pues me lo apropio, jejeje.
¿Cómo se escribe la historia y qué tiene que ver esto con los cotilleos?
Wilde decía que la Historia es un cotorreo y una amiga mía, catedrática de Historia Antigua, opina también que el estudio de la Historia tiene algo de cotilleo. Al fin y al cabo intentamos saber quién se llevaba bien con quién, a quién traiciono este o aquella, que les movía a fiarse de uno pero no de otro… sí, los historiadores somos unos cotillas.
El cotilla, ¿nace o se hace?
Yo creo que nace y se va haciendo más y más con el tiempo. El ansia de saber lo más posible sobre cómo vivían los antiguos romanos, es similar a la erotomanía que siente un fan fatal sobre un personaje famoso determinado. Siempre quieres saber más y al final, te crees que realmente conoces a ese personaje, ya sea histórico o actual, y que, como pasaba en la peli de Misery, puedes decidir sobre cómo debería actuar tu admirado.
¿Cómo podemos saber si lo que ha llegado a nuestros días es cierto o fruto de rumores y cotilleos?
La verdad es que no podemos saberlo si lo único que tenemos como “relato” es un escrito antiguo, copiado y recopiado, con sus erratas y malintencionadas correcciones. Russell decía que «En todas las actividades es saludable, de vez en cuando, poner un signo de interrogación sobre aquellas cosas que por mucho tiempo se han dado como seguras». Ojo, no digo que hay que reescribir la Historia, simplemente hay que considerarla menos solemne. Lo importante del aprendizaje es aprender, no creer que lo sabes ya todo…
¿Crees que es posible legislar contra los rumores como trató de hacer Alfonso X?
Francamente, es como ponerle cercas al campo, imposible. Ya Juvenal hace dos mil años decía: «¿Es que crees que un secreto de rico se puede guardar? Aunque los esclavos callen, hablarían los jumentos, los perros, las columnas y hasta los mármoles». Nada hay más sabroso de repetir que un secreto, algo que sabemos nosotros y otros no, especialmente sobre alguien famoso. Creo que fue D. Miguel de Cervantes, nada menos, quien afirmó que:
Necio es, muy necio, el que, descubriendo un secreto a otro, le pide encarecidamente que lo calle.
En la época de las redes sociales, ¿crees que estamos llegando al auge de los rumores y cotilleos?
Creo que hemos inventado el medio de ser cotillas sin que nos importe y sin ser criticados por serlo. Podemos ver una foto de una chica y darle a “me gusta” sin que eso suponga una ofensa o provoque celos. Pero eso no es lo peor, queremos ser cotilleados, por cuanta más gente peor. Hay personas en las esquinas del metaverso, pidiendo por compasión un like. En nuestra época, tantos seguidores tienes, tanto vales…
¿Dominaban ya los romanos las fake news? ¿Nos pones un ejemplo?
Bueno, eso es de otro libro, yo lo que creo es que los romanos eran unos reyes de la propaganda, algo que tal vez hasta el siglo XX no se recuperó a ese nivel por ninguna otra civilización. Por ejemplo, dicen que la “gran batalla” de Accio, en la que Augusto venció a Marco Antonio y Cleopatra, aunque había grandes fuerzas enfrentadas, fue más bien una escaramuza en la que a los cinco minutos, cuando Cleo y Antonio se escaparon en un barco pequeño y rápido, se acabó todo. En cambio, nos lo han vendido como si hubiera sido, yo que sé, Lepanto…
Pero entonces, ¿parece que evolucionemos pero nada cambia, solo los formatos y medios?
Como siempre digo, dos mil años no es nada… Nuestra sociedad en muchos aspectos cotidianos, es muy parecida a la romana; en otros, afortunadamente no, pero lo que resulta divertido es, precisamente, señalar por ejemplo, que olas pintadas criticando a los políticos contrarios, ya eran una historia vieja en la Roma republicana…
¿A quién crees que interesará más Crónica rosa rosae?
Creo que Crónica Rosa Rosae puede resultar interesante para todos los que quieran pasar un buen rato hablando de famosos como los de antes, de figuras que conocemos, criticamos y todavía ponemos verdes dos mil años después. Si el lector es un granb conocedor de Roma, encontrará rincones y curiosidades que a lo mejor no conocía y le hacen sonreír, si no suele leer ensayos de Historia, creo que va a descubrir que nuestra Historia es más diver de lo que pensaba.
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